RELATOS CON UN SOLO OJO: ASÍ SE FABRICA CULPA RETROACTIVA

28.10.2025
Prisión republicana
Prisión republicana

Fecha de publicación original: 7 de septiembre de 2023

Título original:El periodista Ricardo Flores murió en la cárcel

Autor: Juan Antonio Ríos Carratalá

Enlace original: https://varietesyrepublica.blogspot.com/2023/09/el-periodista-ricardo-flores-murio-en.html

1. Tipo de alusión

Indirecta pero con efectos reales: al presentar la dureza de las cárceles franquistas como un infierno absoluto y unilateral, se alimenta la misma narrativa que ha servido para arrastrar nombres a la picota pública —entre ellos, el de mi padre— vinculándolos simbólicamente a represiones que no les corresponden.

2. Estrategia discursiva del autor

  • Afirma como hechos lo que son interpretaciones personales: "El franquismo tuvo un cuidado extremo…", "La realidad fue mucho más cruda…".

  • Omite por completo la represión y el horror republicano (chekas, ejecuciones sumarias, destrucción de pruebas).

  • Construye un relato moral unidireccional: unos como verdugos, otros como víctimas angelicales.

  • Introduce el caso de Miguel Hernández como símbolo, generalizando sin contextualizar.

  • Apela a la emoción y a la memoria selectiva para reforzar un único eje narrativo.

3. Puntos discutibles

  • Ausencia de contexto previo y paralelo: se omite sistemáticamente la represión ejercida en la zona republicana (chekas, ejecuciones sumarias, desaparición de archivos), lo que distorsiona la comprensión global del periodo.

  • Falta de contextualización histórica: no se comparan las condiciones carcelarias con los estándares de la época en Europa, sino que se juzgan con criterios contemporáneos, lo que conduce a lecturas anacrónicas y sesgadas.

  • Uso acrítico de testimonios orales: se presentan como "pruebas concluyentes" sin matizar su parcialidad ni confrontarlos con fuentes documentales contrastadas.

  • Generalización ideológica y culpabilidad difusa: el relato confunde contexto represivo general con responsabilidades individuales, alimentando atribuciones falsas y estigmatización pública de personas concretas —entre ellas, mi padre—.

  • Narrativa moralizante y sesgo calculado: se construye un marco emocional de "buenos y malos" que favorece interpretaciones mediáticas simplistas y un discurso histórico unilateral.


Réplica narrativa: "Relatos con un solo ojo: así se fabrica culpa retroactiva"

No es historia: es propaganda revestida de solemnidad.
Presentación del Documental de Hispania Mágica
Presentación del Documental de Hispania Mágica
Cuando Ríos Carratalá escribe que "el franquismo tuvo un cuidado extremo en el control de las imágenes relacionadas con las cárceles de la posguerra", parece olvidar —o elegir olvidar— que en la zona republicana también hubo cárceles, chekas, tiros en la nuca y archivos borrados a conciencia. ¿Qué eran? ¿Hoteles de cinco estrellas? ¿Spas revolucionarios con jazz al atardecer y masajes de solidaridad antifascista?
Se nos vende un relato en el que un bando encarna el Mal absoluto y el otro, la pureza angelical. Pero mientras unos censuraban, otros destruían archivos, borraban huellas y, en demasiados casos, ejecutaban sin juicio. La historia completa es bastante menos épica —y mucho más incómoda— de lo que se quiere pintar.
Lo más grave es que este tipo de relatos no son inocuos. Han servido —y siguen sirviendo— para arrastrar nombres a la picota, responsabilizar a personas que no cometieron crímenes y reescribir biografías con brochazos ideológicos. Entre ellos, la de mi padre.
El caso de Miguel Hernández es profundamente doloroso. Nadie lo discute. Pero de esa tragedia a señalar, décadas después, con el dedo acusador a funcionarios, administrativos o simples jóvenes obligados a servir en un sistema que no crearon, hay un abismo que la ética académica debería respetar.
Lo que Ríos hace —una y otra vez— es levantar ese dedo desde la comodidad del despacho, construyendo relatos parciales que se convierten en etiquetas públicas difíciles de borrar. La memoria no se honra fabricando culpables a medida ni reduciendo la historia a un cuento de buenos y malos.

La memoria auténtica exige mirar de frente todas las verdades —también las incómodas, las que no favorecen a ningún bando—. Porque la historia con un solo ojo no es historia. Es un arma.