NO ES OLVIDO, ES CORRECCIÓN

Entrada original de Juan Antonio Ríos Carratalá: "El olvido digital vs. la Historia (II)" (29 de julio de 2019)
Enlace: https://varietesyrepublica.blogspot.com/2019/07/el-olvido-digital-vs-la-historia-ii.html
Tipo
de alusión
Directa
sin nombres, con documentación tergiversada.
Ríos continúa su
estrategia de exposición selectiva de mi reclamación. Añade nuevos
fragmentos del expediente administrativo y se esfuerza en
desacreditar mi motivación, insinuando que todo responde a un
intento personal por encubrir la historia. Aunque no me nombra, la
alusión es inequívoca y deliberadamente distorsionada.
Estrategia
discursiva
En
esta segunda entrega del mismo día:
• Intensifica el
dramatismo de su relato victimista.
• Se presenta como blanco
de un proceso de censura institucional.
• Descontextualiza mi
recurso administrativo para convertirlo en símbolo de una amenaza
contra la "historia crítica".
• Alerta contra el derecho
al olvido como arma ideológica, pero sin explicar qué se le ha
pedido exactamente.
• Mezcla mi caso con ejemplos generalistas
sobre el franquismo para agitar el temor a una supuesta revisión
reaccionaria.
Puntos discutibles o falsos
No entra a debatir los argumentos de mi recurso, simplemente los despacha como amenaza ideológica.
Falsifica el sentido de mi queja: no pedía ocultar nada, sino corregir falsedades sin base documental.
Me presenta como parte de una corriente "revisionista", cuando lo único que pedía era rigor.
Vuelve a omitir lo esencial: que lo que se le exigía era rectificar afirmaciones falsas sobre mi padre, no censurar la historia ni borrar documentos.
Réplica
narrativa: "No
es olvido, es corrección"
En
esta segunda entrada del 29 de julio de 2019, Juan Antonio Ríos
Carratalá vuelve a publicar fragmentos de mi recurso ante la
Universidad de Alicante. Pero no lo hace para responder con
argumentos. Lo hace para reforzar su escenificación de víctima.
Afirma
que mi escrito pone en riesgo la historia crítica, la libertad
académica y hasta la memoria democrática.
Pero omite —una
vez más— el contenido real de lo que se le reclamaba: que
rectificara afirmaciones falsas sobre mi padre, vertidas sin prueba
alguna en textos de su autoría.
¿Dónde está el derecho al olvido en eso?
No
pedí borrar archivos ni ocultar datos.
Pedí distinguir entre
documentos y opiniones. Entre hechos y conjeturas. Entre historia y
ficción.
Lo
que de verdad molesta a Ríos no es la censura. Es que alguien
cuestione su relato.
Es que se le diga, con pruebas, que ha
mentido.
Y en vez de asumirlo o debatirlo, responde con
hipérboles: inquisidores, cruzadas, amenazas... Una puesta en
escena.
Pero tras todo ese teatro, hay una verdad muy simple:
Mintió
sobre mi padre.
Y alguien se atrevió a decírselo.