¡NO DEJES QUE LA MENTIRA SE IMPONGA SOBRE LA VERDAD!

08.02.2025

Muchos consejos, muchos, para todos los gustos... A toro pasado o sin implicarse es muy fácil decir lo que hay que hacer: familiares, amigos más y menos allegados, médicos, abogados, historiadores, peritos, archiveros, sacerdotes, personas con y sin estudios, etc. He cometido muchos errores, pero la vida es la que es y las decisiones se toman en momentos en los que la decisión es exclusivamente tuya y, para bien o para mal, hoy por hoy, me quedo con el título del artículo...

1. Mantener la calma y centrarse en los hechos.

Conflicto entre la verdad y la mentira
Conflicto entre la verdad y la mentira

He procurado mantener la calma y centrarme en los hechos, con mayor o menos éxito, mientras que la persona que ha dado origen a la polémica, el catedrático de Literatura Española en la Universidad de Alicante, Juan Antonio Ríos Carratalá ha recurrido a constantes provocaciones y ataques personales. Al mismo tiempo, se ha presentado como víctima, tergiversando los hechos mediante entrevistas, publicaciones y otras estrategias, probablemente para justificar su postura.

Muchas de sus afirmaciones no pueden ser verificadas y, por lo tanto, no dejan de ser falsedades o meras opiniones personales. Por ejemplo, sus declaraciones sobre la formación académica de mi padre, su pertenencia o no a cierto grupo de personas (al que pretende denigrar como "voluntarios represores" en busca de beneficios personales), la fecha de finalización de su licenciatura en Derecho (que de entrada la negaba o la atribuía a un regalo de Franco), su profesión, el tipo de víctima que fue mi padre, entre muchas otras.

2. Pruebas y precisión.

Si bien el catedrático se ampara en la "libertad de expresión", es importante recordarle que el rigor académico exige veracidad y pruebas, no opiniones disfrazadas de hechos.

¿Dónde están las fuentes que sustentan sus afirmaciones? En su momento, respondió que se encuentran en los archivos del Ministerio de Defensa de Madrid y en el Archivo Militar de Segovia. Sin embargo, dichos archivos no respaldan muchas de sus afirmaciones, ni aquellas mencionadas en el punto anterior ni muchas otras que ha emitido. Entre ellas:



  • Suposiciones sobre el aspecto o impronta de Antonio Luis Baena Tocón,
  • Afirmaciones sobre sus actividades en las dependencias militares de la posguerra,
  • Lo que hizo o dejó de hacer durante la guerra civil,
  • Supuestas acciones en la auditoría de Marruecos (reciente),
  • Alegaciones sobre "regalos de Franco" en forma de títulos o puestos de trabajo,
  • Descalificaciones sobre su desempeño profesional,
  • Los supuestos beneficios económicos que obtuvo, entre muchas otras.
Batalla entre la verdad y la mentira
Batalla entre la verdad y la mentira

3. Denuncia pública de sus contradicciones.

La manipulación y la falsedad dominando sobre la verdad.
La manipulación y la falsedad dominando sobre la verdad.



He expuesto en publicaciones anteriores cómo ha reaccionado el catedrático ante las críticas, mediante el engaño, y cómo ha tergiversado la situación, mediante el cinismo del que tanto habla, para desviar la atención de sus falsedades. Ante su proceder, no ha quedado más alternativa que recurrir a los tribunales de justicia.

4. Apoyo en expertos y documentos verificables.

Este asunto no es un enfrentamiento personal, como ha querido hacer el catedrático al verse descubierto, en mi opinión, por su fraude historiográfico. En absoluto. Estoy abierto a la colaboración de académicos, investigadores y cualquier persona que pueda aportar documentos verificables que respalden la verdad de los hechos, no con quien ha pretendido engañarme de manera cínica e hipócrita, sin dejar de inventar falsedades. Inventar y mantener mentiras da lugar a muchas más falsedades...

Desafortunadamente, en el ámbito académico, el corporativismo dificulta la obtención de apoyo. Si bien existen especialistas dispuestos a ayudar, a menudo es más sencillo acudir directamente a las fuentes y encontrar documentos que este autor no se ha molestado en consultar. Su proceder recuerda "al de un estudiante de primer curso que, al borde del vencimiento del plazo de entrega, presenta su trabajo a la ligera y sin contrastar fuentes".

Cuando se le presentan documentos que refutan sus afirmaciones, en lugar de rectificar, responde con más falsedades, guiado por su orgullo. Incluso hay historiadores que, en conversaciones privadas, me han sugerido estrategias para enfrentar esta situación, pero evitan pronunciarse públicamente y, en algunos casos, piden que "no se mencione su asesoramiento"... Dentro del ámbito académico, muchos se respaldan mutuamente y avalan publicaciones sin un verdadero contraste crítico.

Los medios de comunicación tampoco escapan a esta dinámica. Aunque se adhieren a códigos éticos impecables en teoría, rara vez los aplican en la práctica.

5. Distorsión del debate

El catedrático ha conseguido distorsionar el debate, presentándose como víctima de censura para ocultar sus errores. Sin embargo, esta es una cuestión de verdad y ética, no de restringir opiniones.

Pero la verdad triunfará sobre la mentira.
Pero la verdad triunfará sobre la mentira.

Mi intención nunca ha sido debatir, eso es más bien para los historiadores profesionales, sino señalar la falsedad de sus afirmaciones y se rectificaran (sin tener conocimiento de la dimensión que tenían), porque atentan contra el honor de mi padre, no puede defenderse y es injusto. Pero Ríos Carratalá se había excedido en demasía y dar marcha atrás a tanta falsedad es muy difícil. De ahí se explica su proceder... Su estrategia ha sido manipular la discusión, desviándola hacia una supuesta vulneración de su libertad de expresión, cuando en realidad lo que está en juego es, entre otras cosas, la veracidad de su trabajo y el respeto por el rigor académico.