NADA ES LO QUE PARECE: UN TIMO DE TRILEROS EN LA INVESTIGACIÓN ACADÉMICA
Martes, 24 de diciembre de 2024
En 2019 descubrí en internet que Juan Antonio Ríos Carratalá, catedrático de la Universidad de Alicante, había publicado una serie de artículos en los que difundía graves falsedades sobre mi padre, Antonio Luis Baena Tocón. En sus escritos, Ríos Carratalá reescribía su vida y hacía afirmaciones muy serias sobre los consejos de guerra que condenaron al poeta Miguel Hernández y al periodista Diego San José. Estas afirmaciones eran claramente tendenciosas y profundamente ideologizadas. Algunas de ellas, además, pueden ser refutadas documentalmente.

Por ejemplo, la acusación de que mi padre "se hacía pasar por abogado" es completamente falsa. Mi padre obtuvo su licenciatura en Derecho en junio de 1936, y tras la Guerra Civil, dicho título incluía la habilitación para ejercer la profesión. De hecho, ese mismo título está colgado en el estudio de mi domicilio. En próximas entregas abordaré novedades al respecto.
Lo que hizo Ríos Carratalá podría calificarse como un ejercicio de manipulación, deformando la técnica historiográfica para ajustarla a sus objetivos. Me recordó aquella viñeta humorística de Gallego & Rey, en la que retrataban a Felipe González y Alfonso Guerra vestidos de gitanos, intentando timar a un ingenuo Manuel Fraga en un juego de trileros. Este caso tiene ciertas similitudes: se trata de un "timo académico", un uso engañoso de la investigación con fines ideológicos.
Al principio, cuando supe de estos escritos, investigué quién era Juan Antonio Ríos Carratalá. Mi primera intención fue escribirle o llamarle para pedir explicaciones sobre sus afirmaciones. Sin embargo, pronto descubrí que no solo había publicado dichas falsedades, sino que también se había esforzado en difundirlas ampliamente. Contó con el respaldo de personas afines ideológicamente, quienes reprodujeron y divulgaron sus "trabajos académicos" en artículos y publicaciones. Algunas de estas personas, tal vez no tan radicalizadas, también cayeron en la trampa y replicaron sus ideas sin contrastar la información.
Lo más frustrante fue que en ningún momento nadie mostró interés por conocer mi versión de los hechos. Todos ellos, a quienes a partir de ahora llamaré "palmeros", alabaron incondicionalmente el trabajo de Ríos Carratalá. Algunos incluso se ensañaron con la figura de mi padre, fallecido en 1998, y extendieron los ataques hacia mí. He recibido insultos y amenazas hacia mi familia y hacia mí mismo, todo ello como consecuencia de esta campaña de desinformación.
En 2019, decidí investigar más a fondo: visité la página web de Ríos Carratalá, su blog personal (donde suele adelantar contenidos de futuros libros, según ha declarado públicamente), revisé las revistas en las que ha participado, y recopilé información sobre sus seguidores y colaboradores. Me di cuenta de que este catedrático se sentía muy orgulloso de sus "hallazgos", que presentaba como grandes méritos, y que algunos medios, como la prensa cordobesa, replicaban sin cuestionarlos.
Sin embargo, rápidamente entendí que, frente al fanatismo que encontré, no resolvería nada con un simple diálogo. Fue entonces cuando supe que tendría que acudir a los Tribunales de Justicia para reivindicar la verdad sobre la memoria de mi padre, una memoria protegida, además, por el ordenamiento jurídico.
Otro día hablaré más sobre esos "palmeros" que han contribuido a difundir estas falsedades.