LO QUE DESCUBRÍ SOBRE MI ABUELO… BUSCANDO RESPUESTAS A UNA MENTIRA
Cuando la memoria familiar se reconstruye frente al bulo académico
Durante años, en mi casa apenas se hablaba de la guerra. Como en muchas familias marcadas por la tragedia, el silencio y las lágrimas cortaban cualquier conversación incómoda. A mi abuela la recuerdo secándose los ojos cuando alguien o ella misma mencionaba a su marido asesinado, también cuando sin querer hablaba de lo que padeció en la guerra. Bastaba con un gesto para que callara. Era su forma de protegernos. Pero también fue la manera en que se silenció durante décadas la historia real de mi abuelo, Francisco Baena Jiménez.
Sabía que lo mataron por ayudar a unas monjas. Sabía que fue un funcionario respetado. Y poco más. Nunca nadie me lo explicó todo con claridad. Ni en casa, ni en la escuela, ni en los libros. Hasta que, por una razón que no esperaba, me vi obligado a buscar la verdad por mí mismo.
El detonante: una falsedad publicada como "investigación rigurosa"
El catedrático Juan Antonio Ríos Carratalá publicó durante años un relato distorsionado, ideológico y lleno de errores sobre mi padre, Antonio Luis Baena Tocón. Para sostener su bulo, llegó incluso a clasificar a mi abuelo como "víctima nacional", en una evidente falsedad histórica que contradice los documentos, los testimonios y hasta los registros civiles.
Pero eso no fue lo peor. En su libro Nos vemos en Chicote, Ríos no se limita a errar: se permite describir el currículum de mi padre con desprecio, cuestionar méritos profesionales que están documentados, y presentar como verdad contrastada lo que en realidad son insinuaciones ideológicas de trazo grueso. Así me topé con afirmaciones como:
"Basta con ser hijo y nieto de abogados" para obtener un título (p. 154)
"Excombatiente, opositor, hijo de víctima nacional" (p. 152)
"Expurgo, vaciado, desaparición" (p. 156), sugiriendo que mi padre saqueó archivos públicos
Capturas de estas páginas pueden consultarse y juzgarse por sí mismas. Puedo admitir la crítica cuando es verdadera. Pero no la tergiversación sistemática para encajar en un relato.
Lo que descubrí al buscar la verdad
Y así comencé un proceso que no había imaginado:
Contacté con primos hermanos con los que hacía más de 50 años no hablaba, ni veía.
Visite archivos municipales, autonómicos, estatales, públicos y privados, religiosos.
Consulté expedientes incompletos en el AGA (Archivo General de la Administración).
Recopilé documentos del Registro Civil, de la Gaceta de Madrid, de colegios profesionales, eclesiásticos y familiares.
Escuché a los mayores que aún podían contar algo.
Y entendí que el silencio de antes era protección, pero ahora es deber recuperar y contar.

No se trata de reescribir la historia, sino de evitar que se falsee
Mi abuelo no fue franquista, ni víctima de los sublevados.... Fue un servidor público decente, padre de familia, creyente comprometido, culto, respetuoso, y fiel funcionario de la II República.
Murió por defender a inocentes, por negarse a entregar un listado de bienes, por oponerse a la voladura de un monumento cultural, por vestir de paisano a monjas perseguidas, por no mirar a otro lado mientras otros eran asesinados. Esos fueron sus "delitos".
Su asesinato fue silenciado durante décadas. Su familia fue perseguida y dispersada. Su hijo, torturado, exiliado, obligado al silencio. Y cuando por fin parecía que su recuerdo podía vivirse en paz, llegó la tercera muerte: la del bulo académico, disfrazado de investigación, pero alimentado por la ideología y la pereza intelectual.
No hay paz sin verdad. No hay respeto sin reparación
No escribo esto movido por odio, ni por revancha. Lo hago por respeto a los hechos, por fidelidad a la memoria de los míos, y por defensa de algo más grande que mi familia: la verdad histórica.
"La verdad no es propiedad de nadie.
No es rehén de trincheras políticas, ni puede depender del relato de quien más alto grite.
La verdad se busca, se contrasta de verdad y se corrige de verdad si es necesario.
Y se defiende cuando otros intentan enterrarla por tercera vez".
Verdad y dignidad, aunque duela
Este texto no es una reconstrucción completa. Es solo una pieza más del mosaico necesario, hecha con archivos, con testimonios, con memoria viva. La de mi abuelo, Francisco Baena Jiménez. La de mi padre, Antonio Luis Baena Tocón. Y la de tantos otros cuyos nombres nunca debieron ser utilizados como piezas de un relato interesado.
Memoria sí. Pero memoria justa, completa, contrastada. Porque sin ella no hay dignidad. Y sin dignidad, solo queda el ruido.

Documentos que revelan una historia distinta
Aquello que el profesor Ríos fue incapaz de encontrar, yo sí lo encontré:
Expediente de Francisco Baena Jiménez en el AGA.
Calificaciones obtenidas como abogado (Sobresaliente).
Certificados de buena conducta y moralidad.
Certificado de derecho a plaza en Ayuntamientos de 1.ª categoría (Gaceta de 1925).
Certificado del Registro de Penados y Rebeldes (en blanco).
Acta de toma de posesión como secretario municipal.
Espero que al Sr. Ríos Carratalá le parezcan documentos suficientemente elocuentes. Porque mientras él insiste en el mito, los archivos muestran la realidad de un funcionario decente, culto, sin antecedentes, y con una trayectoria que desmiente cada una de sus insinuaciones.
Ironía controlada, pero justa
Gracias a los "rigurosos métodos" del profesor Ríos —que ha sido incapaz de encontrar un expediente que yo localicé en menos de una tarde—, he podido reconstruir lo que él pasó por alto: la historia de un hombre honesto, asesinado por no colaborar con el odio, y silenciado por quienes no aceptan una memoria que les contradice.
Y si fuera por lo que sugiere Ríos Carratalá, mi padre fue algo así como un ninja de los archivos, desapareciendo documentos a su antojo. Me pregunto si también habrá hecho desaparecer los documentos que deberían existir sobre el propio Ríos y sobre mi propio padre… porque a juzgar por lo incompleto que está el AGA, cualquiera podría imaginar cualquier cosa. Pero yo no me dedico a fabular, sino a documentar.

Fuente: "Nos vemos en Chicote" (Ríos, 2015, pág. 156)
Investigar para defender a los míos
No soy historiador. No soy académico. Pero soy testigo y heredero de una historia real, que merece respeto. Y si un catedrático con recursos, medios y reconocimiento ha sido capaz de errar tanto con tanta ligereza, ¿qué no se habrá dicho sobre tantas otras familias como la mía?
Investigar para defender a los míos no fue un deber: fue una necesidad. Porque cuando la mentira se difunde con arrogancia, solo queda una respuesta: la verdad con pruebas.
Fuentes para las entradas relacionadas con Francisco Baena Jiménez:
Proceso judicial abierto (caso Carratalá)
Web y blog del autor (www.antonioluisbaenatocon.es)
Libro: Nos vemos en Chicote, de Juan Antonio Ríos Carratalá (3 ediciones).
Habilitados-nacionales.com: artículo "Francisco Baena Jiménez, fusilado en la Guerra Civil".
Registro Civil de Torrelaguna
Postulación del Arzobispado de Alcalá de Henares: causa de la presidenta de Acción Católica.
Sentencia del Juzgado de Primera Instancia de Cádiz (2025).
Testimonios familiares (orales, cartas, publicaciones en Facebook).
Continuará…