LIBERTAD DE EXPRESIÓN… ¿PARA TODOS O SOLO PARA LOS MÍOS?
Cuando hacer preguntas molesta: del Congreso al estrado
El caso del periodista Vito Quiles y su exclusión del Congreso ha reabierto un debate necesario: ¿quién decide quién puede hablar, preguntar o escribir? Y, sobre todo, ¿qué ocurre cuando quienes se proclaman defensores de la libertad de expresión la convierten en privilegio ideológico?
Hay periodistas a los que se insulta por preguntar y catedráticos que nunca responden. Hay quien incomoda al poder y quien incomoda al ciudadano. Y hay una línea invisible —pero cada vez más evidente— que separa el castigo al que denuncia del blindaje al que difama.

¿Quién es Vito Quiles?
Vito Quiles es un joven reportero vinculado a medios como EDATV y anteriormente con Estado de Alarma TV, de Javier Negre. Se ha hecho conocido por sus intervenciones incisivas en ruedas de prensa, su estilo confrontativo y sus preguntas dirigidas a representantes del Gobierno, muchas veces con un tono provocador.
¿Molesto o infractor?
A FAVOR DE SU ACTUACIÓN
- Preguntas que incomodan, pero son legítimas
- Aborda temas como subvenciones, corrupción, uso de fondos europeos... asuntos que interesan a cualquier ciudadano.
- La libertad de información no puede depender del agrado o desagrado del poder político.
- Derecho a la acreditación
- Si su medio está legalmente inscrito y cumple con los requisitos, no debería excluirse por criterio ideológico.
- La prensa no está para hacer preguntas cómodas.
- No es el único provocador
- En democracias consolidadas hay periodistas disruptivos que cumplen una función fiscalizadora esencial.
EN CONTRA DE SU ACTUACIÓN
- Estilo provocador que roza el activismo
- Ha sido acusado de interrumpir o introducir valoraciones, confundiendo el rol de periodista con el de militante.
- Medio poco transparente
- EDATV no tiene un código ético claro, utiliza titulares sensacionalistas (aunque muchos otros medios tienen publicados códigos éticos muy bonitos, pero al conocer sus actuaciones se comprueba que los tienen de adorno).
- Riesgo de convertir la prensa en un show
- Las formas pueden erosionar la credibilidad del periodismo y el respeto mutuo en instituciones democráticas.
La clave: ¿incumple normas objetivas o simplemente incomoda? En democracia, lo incómodo no puede ser lo sancionable. Pero las normas deben aplicarse con imparcialidad a todos.
Doble rasero en acción
Mientras a periodistas como Quiles se les expulsa o censura, otros personajes como el catedrático Juan Antonio Ríos Carratalá gozan de impunidad mediática y apoyo institucional, pese a haber difundido falsedades documentadas sobre mi padre, Antonio Luis Baena Tocón.
He vivido en carne propia cómo se manipulan documentos, se deforma la realidad histórica y se levantan acusaciones sin pruebas. Se me ha tachado de revisionista, mientras quienes difaman son amparados por instituciones, medios y editoriales.
Lo más grave es que muchos de los periodistas que denuncian la "censura" a Vito Quiles son los mismos que han repetido sin verificar las falsedades de Ríos Carratalá. En unos casos se pide libertad absoluta, en otros, se respalda el silencio cómplice.
Una carta que me llegó... y me interpeló
Hace pocos días recibí un correo de Vito Quiles alertando sobre una reforma del Reglamento del Congreso que permitiría vetar a periodistas "incómodos" como él. Lo expresaba en tono urgente, incluso apocalíptico, pero con una pregunta de fondo ineludible: ¿quién decide qué preguntas pueden hacerse?
La paradoja es que yo también me quedé con muchas preguntas por hacer. En mi caso, al catedrático que difamó a mi padre. Pero los procedimientos civiles no permiten interrogar directamente a la parte contraria y mi letrado se atiene estrictamente al procedimiento judicial, ya que su actuación estaba basada en lo documental y no en el teatro. Si Vito Quiles hubiera estado presente, tal vez habría hecho lo que yo no pude.
Las 32 preguntas que nunca respondió Juan Antonio Ríos Carratalá
(Y que quizás podría hacerle un periodista con libertad para preguntar)

- ¿Confirma usted que Antonio Luis Baena Tocón fue el secretario judicial del consejo de guerra que condenó a muerte al poeta Miguel Hernández?
- Además de catedrático de Literatura, ¿es usted licenciado o doctor en Historia o en Derecho para evaluar actuaciones judiciales?
- ¿Sostiene usted que Baena Tocón firmó la condena a muerte del poeta o que fue su verdugo, como han dicho medios codemandados?
- ¿Publicó usted en su blog del 27 de agosto de 2024 hasta 12 documentos con la firma de mi padre en el Juzgado Especial de Prensa, sin mostrar el documento donde figura el verdadero secretario judicial del consejo de guerra contra Hernández?
- ¿Por qué no aclaró nunca la composición real del consejo de guerra ni el nombre del secretario judicial cuya firma aparece en el Documento 3 de la demanda?
- ¿Puso usted en duda que mi padre fuera licenciado en Derecho?
- ¿Reconoce usted que en julio de 2019 declaró a La Nueva España que mi padre fue el secretario judicial del consejo de guerra, y que en agosto de 2024 dijo en su blog que fue solo secretario instructor del Juzgado de Prensa?
- ¿Confirma haber dicho que "la documentación está en los archivos públicos" y que eso prueba la implicación de mi padre?
- ¿Cómo valora la campaña de desinformación con más de mil publicaciones y mensajes en redes, algunos con amenazas contra mi familia?
- ¿Cómo encaja su afirmación de que mi padre "siempre pedía la máxima condena" con la sentencia que señala que no participó ni firmó esa condena?
- ¿Reconoce usted que el origen del litigio es una petición ante la AEPD y la UA para desindexar URLs con datos inexactos?
- ¿Fue usted quien contactó con los medios, incluyendo El País, tras la resolución administrativa favorable a mi solicitud?
- ¿Confirma que la Universidad de Alicante convocó una rueda de prensa para dar marcha atrás en dicha resolución?
- ¿Publicó usted que "nunca ha fabulado" sobre las actividades de mi padre como secretario del Juzgado Especial de Prensa?
- ¿Cómo explica que los documentos y una sentencia judicial demuestren que mi padre no intervino en el consejo de guerra contra Miguel Hernández?
- Si revisó usted el sumario, ¿por qué nunca identificó al verdadero secretario judicial cuya firma está en el Documento 3?
- ¿Está documentado en los sumarios que los periodistas De Pedro, De la Pascua, Marín Alcalde y Dicenta Alonso "pasaron por las manos" de mi padre?
- ¿Publicó usted documentos no incluidos en la demanda con firmas de mi padre en otros sumarios para justificar sus afirmaciones anteriores?
- ¿Cómo justifica afirmar que esos periodistas pasaron por sus manos si el sumario no lo demuestra?
- ¿Afirmó usted en el recurso de alzada que el nombre de Baena Tocón aparece en consejos de guerra como secretario judicial?
- ¿Por qué nunca corrigió a los medios que repitieron que mi padre firmó la condena a muerte?
- ¿Se refería a las leyes de Protección de Datos y del Honor cuando dijo que "la ley no está hecha para reescribir la historia"?
- ¿Firmó Baena Tocón la sentencia de muerte de Miguel Hernández?
- ¿Verificó usted en el Archivo los sumarios citados? ¿En qué documentos se basa?
- ¿Entregó usted en 2024 a la UA el segundo volumen de su obra con un capítulo sobre Dicenta, donde afirma que pasó por manos de mi padre, aunque en el sumario no aparece su firma?
- ¿Mantiene usted esa afirmación respecto a Dicenta Alonso en su nueva obra aún inédita?
- ¿Conoce usted el alcance mediático de las publicaciones falsas repetidas por medios y redes?
- ¿Reconoce usted que todo lo que han publicado sobre mi padre como secretario del consejo de guerra es falso e inveraz?
- ¿Reconoce que mantiene una polémica con Andrés Trapiello, quien lo acusa de manipular la realidad histórica?
- ¿Escribió usted el 24 de julio de 2024 en su blog que "si hubiera escrito la barbaridad de que un miembro del Cuerpo Jurídico era responsable de un tiro en la nuca… ahora tendría un juicio encima"?
- ¿Reconoce usted con esa frase que mi padre solo redactó una diligencia como secretario del Juzgado Especial de Prensa y no participó en el consejo de guerra?
- ¿Conoce usted la sentencia del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo nº 3 de Alicante que lo desmiente?
Y a estas 32 preguntas —todas documentadas, pertinentes y en el orden expuesto— se añadirían muchas más, como por ejemplo:— ¿Cómo explica que en 2025 entregara a la Universidad de Alicante el tercer volumen de su obra con las mismas falsedades ya desmontadas judicialmente?
— ¿Por qué insiste en vincular a mi padre con personas como Joaquín Dicenta Alonso y otros, pese a que los documentos consultados no lo avalan? No se trata de alargar esta entrada más de lo necesario, pero que nadie se llame a engaño: la lista está lejos de terminar.
Y no, no se trata de que esas preguntas las formule un periodista afín en una entrevista pactada para reforzar su ideología, prepotencia y egocentrismo. Ni siquiera basta con que lo haga un periodista valiente. Lo justo sería que las respondiera ante un juez, con todos los documentos sobre la mesa. Sin aplausos interesados. Sin escudos ideológicos. Sin victimismo corporativo.
¿Y si Quiles fuera del otro bando?
Imaginemos por un momento que Vito Quiles hiciera preguntas molestas a un Gobierno conservador o cuestionara las fundaciones religiosas. ¿Sería tachado de agitador, o estaría recibiendo premios de periodismo comprometido?
El problema no es el estilo. El problema es el sesgo con el que se reparte la legitimidad.
Conclusión: cuando hacer preguntas molesta, es que alguien tiene mucho que ocultar
No hay libertad de expresión si solo vale para unos pocos.
No hay derecho a la verdad si se convierte en patrimonio exclusivo de quienes gritan más.
Y no hay justicia si la crítica honesta se castiga, mientras la ficción ideológica se premia como historiografía o como periodismo comprometido.
Porque la libertad de expresión no consiste en repetir una consigna, sino en hacer preguntas, aunque molesten.
Y la democracia no se defiende censurando al que interroga, sino obligando a responder al que difama.
Ahora bien, lo justo sería que esas preguntas no las formulara un periodista "amigo" en una entrevista pactada —como las que acostumbra a conceder para reforzar su ideología sin ser nunca contradicho, ni dejar de alimentar su egocentrismo—. Tampoco basta con que las plantee un periodista valiente, si quien debe responder puede esquivar o escudarse en el victimismo académico.
Lo que realmente haría falta es que un juez —con todos los documentos encima de la mesa— pudiera interrogarlo con rigor, sin pactos ni aplausos interesados. Que no pudiera distraer la atención con rodeos literarios, ni presentar como "libertad académica" lo que ha sido falsedad comprobada.
Porque lo que está en juego no es un relato, ni un estilo narrativo, sino el honor de una persona concreta —mi padre— y el derecho de su familia a que no se construya sobre él una historia de ficción ideológica.
Por eso, cuando leí la carta de Vito Quiles, pensé:
Ojalá alguien como él —sin miedo, sin ataduras— tuviera delante al Sr. Carratalá.
Ojalá pudiera hacerle esas preguntas que no suelen tener cabida en los procedimientos civiles.
Ojalá lo interrumpiera si trata de irse por las ramas (como hizo en el juicio de octubre de 2024).
Ojalá insistiera.
A algunos les incomoda Vito Quiles.
A mí, me incomoda mucho más el doble rasero de quienes reparten carnés de periodista, de historiador o de demócrata según convenga.
Porque cuando hacer preguntas molesta, es que alguien tiene mucho que ocultar.