CUANDO LA MEMORIA SE MANIPULA: EL RELATO QUE SE IMPONE Y LA VERDAD QUE ESTORBA

27.12.2025

(A propósito de "Los textos antifascistas de Miguel Hernández", Juan Antonio Ríos Carratalá, 3 de abril de 2024)

Enlace: https://varietesyrepublica.blogspot.com/2024/04/los-textos-antifascistas-de-miguel.html


 1. Una reseña que no es inocente

La entrada titulada "Los textos antifascistas de Miguel Hernández", publicada por Juan Antonio Ríos Carratalá el 3 de abril de 2024, aparenta ser una reseña más sobre una reciente edición de textos del poeta. Nada especialmente novedoso: se subraya el compromiso político de Miguel Hernández, se celebra la labor editorial de Elena Medel y se recuerda su adscripción antifascista.

Sin embargo, una lectura atenta revela que no estamos ante un texto inocente ni meramente divulgativo. Como ya ha ocurrido en otras ocasiones, la entrada sirve de vehículo para reintroducir insinuaciones, juicios y atribuciones falsas que afectan directamente a la memoria de mi padre, Antonio Luis Baena Tocón, y, por extensión, a la de mi abuelo.

2. La apropiación del mérito ajeno

Uno de los aspectos más reveladores del texto es la forma en que Ríos Carratalá parece atribuirse indirectamente parte del mérito del trabajo de la autora, cuando escribe:

"El empeño le ha llevado a consultar una bibliografía actualizada, entre la que figura mi edición de los consejos de guerra de Miguel Hernández".

No es una mención inocente. No es una referencia neutra.
Es una forma de insertarse en el éxito ajeno, de situarse como autoridad indispensable, como si la solvencia del trabajo de la autora descansara —aunque sea parcialmente— en su propia intervención previa.

Este gesto, repetido en otros contextos, revela una constante: la necesidad de figurar, legitimar y reforzar un protagonismo intelectual incluso cuando no es necesario ni pertinente. Una forma sutil de apropiación simbólica que desdice del rigor que se proclama.

 3. La reiteración de una falsedad: mi padre y el sumario

Ríos vuelve a escribir:

"al leer esta recopilación, es inevitable una reflexión sobre la labor realizada por el juez Manuel Martínez Gargallo y el secretario Antonio Luis Baena Tocón en la instrucción del sumario que desembocó en la condena del poeta".

Esta frase vuelve a atribuir a mi padre funciones que no tuvo.

Mi padre:

  • no fue juez instructor,

  • no tomó decisiones,

  • no dirigió procedimiento alguno,

  • y no ejercía cargo voluntario alguno: cumplía el servicio militar obligatorio.

Pese a ello, Ríos insiste en presentarlo como una figura activa del proceso, como si hubiera tenido capacidad de decisión o de influencia. No se trata de un desliz: es una atribución falsa sostenida en el tiempo, incluso después de haber sido advertido con pruebas documentales.

Y aquí conviene recordar algo fundamental:
esta "huida hacia adelante" no empieza ahora.

4. La verdadera huida hacia adelante: 2019

La huida hacia adelante comienza en 2019, cuando, tras ser advertido de las falsedades que estaba difundiendo, Ríos optó por una estrategia tan conocida como reveladora:
retirar enlaces discretamente y acudir a la prensa para presentarse como víctima.

Fue entonces cuando empezó a decir —con evidente mala fe— que yo pretendía:

  • censurar,

  • reescribir la historia,

  • borrar archivos,

  • limitar la libertad de expresión.

Nada más lejos de la realidad.

Lo único que se pedía —y se sigue pidiendo— es que no se mienta, que no se manipule y que no se atribuyan responsabilidades inexistentes a personas concretas. Convertir esa exigencia mínima de verdad en una cruzada contra la libertad académica es una maniobra que habla por sí sola.

5. Juzgar desde el presente y dirigir el pasado como si fuera teatro

Cuando Ríos escribe que en el sumario "apenas se aportaron muestras significativas de la labor antifascista del poeta", no solo emite un juicio: se coloca en la posición de quien evalúa cómo debieron actuar otros, como si dirigiera una obra de teatro.

No es casual. Él mismo se define como "teatrólogo".
Y aquí actúa como tal: distribuye papeles, asigna intenciones, corrige a posteriori lo que otros hicieron en circunstancias extremas, desde la comodidad del presente.

Pero los procedimientos judiciales no eran escenarios, ni los funcionarios actores, ni la historia un guion que pueda reescribirse a conveniencia.

6. La memoria selectiva y el silencio calculado

Ríos insiste en que aquellos tribunales fueron ilegítimos, como si esa afirmación —formulada ochenta o noventa años después— agotara toda reflexión moral.

Pero su memoria es selectiva.

Porque cuando se trata de las víctimas de la violencia republicana, el silencio es absoluto.
Cuando se trata de quienes fueron asesinados por ser creyentes, de quienes fueron perseguidos o ejecutados sin juicio, la memoria se apaga... ¿Quizás procedimientos legales para el catedrático por parte de los que él etiqueta como "demócratas"?

El padre del secretario —mi abuelo— fue una de esas víctimas y, en consecuencia, su familia...
Republicano asesinado por milicias republicanas por su fe.
Y sin embargo, ese dato estorba. Se oculta. Se silencia. O se falsea.

La memoria de esas víctimas parece no merecer espacio en su relato.

7. El doble rasero y la manipulación del foco

Ríos menciona reiteradamente al presidente del Consejo de Guerra, como si ese dato fuese una aportación decisiva. Sin embargo, calla deliberadamente el nombre del verdadero secretario que figura en los documentos.

¿Por qué?

Porque reconocerlo desmontaría años de insinuaciones dirigidas contra mi padre.
Porque rompería el relato construido.
Porque demostraría que se ha estado apuntando en la dirección equivocada.

Los sumarios están disponibles para cualquiera. No son un hallazgo.
La diferencia es que algunos los leen, y otros los utilizan.

8. La memoria no es un arma arrojadiza

No todo vale en nombre de la memoria histórica.

No se puede levantar un relato sobre silencios interesados, ni sacrificar biografías reales para sostener una causa ideológica.
No se puede exigir empatía selectiva ni justicia parcial.

Porque la memoria de quienes sufrieron —todos— merece respeto.

Y porque hay historias que no se olvidan, precisamente porque hubo quienes intentaron borrarlas.

9. Epílogo: la verdad no necesita propaganda

No escribo esto por revancha, ni por ajuste de cuentas.
Lo hago porque la verdad no necesita propaganda, pero sí defensa.

Y porque mientras haya quienes conviertan el pasado en un instrumento de poder simbólico, seguirá siendo necesario recordar que la historia no se escribe contra las personas, sino con los hechos.