CUANDO LA COARTADA ES LA DIFAMACIÓN

21.07.2025

 Entrada original:

  • Título: La coartada del franquismo

  • Fecha: 17/11/2019

  • Enlace: https://juanantonioriosvarietes.blogspot.com/2019/11/la-coartada-del-franquismo.html

 Modo de alusión:

Indirecta, aunque inequívoca. Ríos alude a mi caso en términos generales, evitando nombres pero reproduciendo las claves ideológicas con las que ha abordado otras veces a mi padre y a mí. Es una forma de seguir lanzando dardos sin exponerse a nuevas consecuencias legales. El texto mezcla sarcasmo, banalización y generalizaciones ofensivas para encuadrar toda defensa del honor como "una coartada franquista".

 Estrategia discursiva:

Ríos transforma su defensa en ataque preventivo. Anticipa que quien se defienda de sus imputaciones, en realidad se está encubriendo. Así convierte cualquier réplica en sospechosa por definición. Utiliza la acusación proyectiva (acusarte de lo que él hace), la inversión de roles (la víctima es verdugo), y se escuda en el marco ideológico de "libertad de expresión" para eludir cualquier responsabilidad en las falsedades vertidas.

 Puntos discutibles:

  • Sugiere que cuestionar una afirmación falsa equivale a justificar el franquismo.

  • Omite el derecho constitucional al honor, tratándolo como censura encubierta.

  • Estigmatiza cualquier análisis o réplica como "revisionismo".

  • Equipara "deseo de verdad" con "blanqueo de la dictadura".

  • Cita a Viñas como argumento de autoridad, pero sin contrastar hechos.

Réplica argumentada

El artículo que inaugura la serie La coartada del franquismo no es sólo una pieza de blog, sino toda una declaración de intenciones. En ella, Ríos Carratalá fija su estrategia: quien lo contradiga no está defendiendo su verdad, sino ocultando una culpabilidad ideológica. Es la lógica del espejo invertido: si protestas, te delatas. Si callas, consientes. Y si respondes, te retratas.

La alusión a mi caso es apenas disfrazada. Habla de quienes se indignan cuando se menciona a sus padres —aunque la verdadera causa de la indignación no sea la mención, sino la calumnia—. Insinúa que el simple hecho de defender el honor familiar ya es una forma de franquismo reciclado. Se atreve incluso a acusar de censura a quienes, como yo, recurren a la vía legal tras años de difamaciones.

Este es su gran comodín: si lo desmientes, es que lo confirmas. Si protestas, es que ocultas. Y si no haces nada, es que lo reconoces. Así construye una lógica inapelable, pero no porque tenga razón, sino porque la niega a los demás.

Mi padre no tuvo oportunidad de defenderse de lo que escribió sobre él este catedrático. Yo sí la tengo. Y no usarla sería, eso sí, una coartada… pero de mi propia cobardía.

Hoy empiezo esta serie para responder con rigor a las manipulaciones y desprecios de quien, escudado en una supuesta superioridad intelectual, se ha permitido convertir mi historia familiar en un blanco retórico. Aquí no hay coartada: hay verdad documentada, y la contaré entrada por entrada.