CATEDRÁTICOS

Viernes, 27 de diciembre de 2024
En Internet se encuentran numerosas definiciones sobre qué es un catedrático, cuáles son sus funciones y qué requisitos se necesitan para llegar a serlo. Por ejemplo, algunos recursos útiles son:
- Euroinnova: ¿Qué es un catedrático? (https://www.euroinnova.com/blog/que-es-un-catedratico)
- Docenzia: Blog educativo (https://docenzia.com/blog/)
David Losada, en un artículo del 30 de enero de 2023, define al catedrático como:
"Un
docente, investigador y líder en la enseñanza superior que ha logrado el grado
más alto posible a nivel docente. Los catedráticos son responsables de ejercer
la enseñanza de su campo de conocimientos, realizar proyectos de investigación
y contribuir a la comunidad académica."
(Fuente: Docenzia)
Siguiendo esta definición, veamos algunos de los quehaceres de un catedrático, analizados a través de experiencias y reflexiones personales.
1. Evaluar el desempeño académico de los estudiantes
Recuerdo una anécdota de cuando mi esposa cursaba la Licenciatura en Psicopedagogía en la UCA, en su primera promoción. Solía obtener excelentes calificaciones, y yo la ayudaba a transcribir sus trabajos al ordenador. Un día, me sorprendió lo que me pidió transcribir: un texto con el que no estábamos de acuerdo, pero que había reescrito según las ideas de la catedrática. Me explicó que la docente rechazó su trabajo inicial y le dejó claro que, si no cambiaba su enfoque, suspendería. Aunque cedió para aprobar la asignatura, este episodio refleja cómo, en ocasiones, el ámbito académico puede condicionar el pensamiento crítico.
Me pregunto si figuras como el catedrático Juan Antonio Ríos Carratalá aprueban únicamente a quienes coinciden con sus ideas o si promueven real y verdaderamente el debate libre. ¿Podrá un estudiante que admire a Sánchez Mazas, Torrente Ballester, Fernández Flores, Ridruejo, Muñoz Seca o Pemán aprobar bajo su tutela, o será obligado a conformarse con un discurso ideológico determinado?

2. Desarrollar materiales de estudio

En el caso de Ríos Carratalá, parece que su obsesión con temas relacionados con Franco y el franquismo domina gran parte de su producción. Revisando libros como Nos vemos en Chicote, me sorprendió encontrar falsedades y manipulaciones relacionadas con mi padre, además de un evidente sesgo ideológico. Este tipo de enfoque constituye un fraude historiográfico, ya que no respeta los estándares de rigor académico.
Si un investigador distorsiona hechos sobre una persona, ¿qué garantiza que no haga lo mismo con otros temas? Estas prácticas generan desconfianza en la calidad de los materiales académicos.
3. Llevar a cabo proyectos de investigación

Ríos Carratalá afirma que no busca lucro personal con sus publicaciones. Sin embargo, su posición como catedrático y el sueldo que percibe, nada desdeñable, implican que sus investigaciones son financiadas con recursos públicos. Además, sus trabajos incluyen afirmaciones infundadas, como que mi padre recibió "sueldos jugosos" durante el régimen franquista. Documentación oficial demuestra que los emolumentos que percibió no fueron tan jugosos (en esa época se vio obligado a hacer pluriempleo) y correspondían a su trabajo y no a favores políticos, algo que este catedrático parece ignorar deliberadamente. Al igual como ocurre, como con otras cosas, con su titulación de Licenciado en Derecho, cuyos estudios terminó en junio de 1936. El "autonombrado cronista" aún hoy le cuesta trabajo reconocer, a pesar del expediente académico y sentencia judicial incluida, que "no se hizo pasar por abogado" (Franco no le regaló el título, como no le regaló absolutamente nada). El rigor de su panfleto ideológico se va quedando desnudo.
4. Supervisar y dirigir a estudiantes
Mi experiencia personal al intentar dialogar con él fue decepcionante. Aunque accedió inicialmente a corregir una publicación, más tarde me atacó públicamente, acusándome de querer censurar la historia ("que no se puede reescribir la Historia, que quiero borrar el nombre de mi padre de los documentos históricos, que estoy en contra de la libertad de expresión y de la cátedra, que estoy a favor de la censura, etc"). Este tipo de actitudes poco profesionales y contradictorias ponen en duda su capacidad para guiar a estudiantes de forma imparcial.
5. Participar en seminarios e intercambiar ideas con otros profesores

Aunque fomentar el intercambio académico es fundamental, en este caso parece que el debate queda relegado por el corporativismo y/o la ideología. He percibido una aceptación ciega de sus investigaciones por parte de colegas, apoyos "incondicionales" sin conocimiento de causa, sin cuestionar su rigor ni sus métodos. Esto no contribuye a una educación plural y libre de sesgos.
6. Promover y mejorar la calidad de la educación
La calidad educativa no debe estar supeditada al pensamiento único. La educación superior debería fomentar el análisis crítico y el debate, no imponer dogmas o visiones personales.
Conclusión
Convertirse en catedrático es un proceso arduo que exige formación, competencias profesionales y méritos. Por ello, admiro profundamente a muchos catedráticos con los que he tenido el honor de aprender y colaborar. Sin embargo, cuando esta posición se utiliza para fines ideológicos o para reescribir la historia de forma sesgada, como parece ser el caso de Ríos Carratalá, se pierde el verdadero propósito de la cátedra.
Aunque no cuestiono los méritos que le llevaron a ocupar su posición, sus prácticas no me ofrecen credibilidad. Como catedrático de Lengua Española, su incursión en la historia parece más un vehículo para transmitir sus ideas personales que una investigación rigurosa y objetiva. A estos niveles, la universidad debería aspirar a algo más.